Es habitual y lógico que, al hablar de una Comunidad, tendamos a centrarnos en las noticias o acontecimientos que tienen lugar en la capital, centro de vida de gran parte de la población. Sin embargo, en "No te vayas de Navarra" no queremos olvidarnos del extremo opuesto, de pueblos escasamente poblados y no por ello menos interesantes. En esta ocasión, hablaremos de las ecoaldeas navarras, pueblos que fueron abandonados en su tiempo y que, gracias al esfuerzo de ciertos grupos con ganas de vivir en un entorno rural, han sido recuperados y traidos de nuevo a la vida. En Navarra, podemos encontrar varios ejemplos de este tipo de poblaciones: Lakabe, Artanga, Uli alto, Aritzkuren, Galduroz... Pero, antes de nada, consideramos fundamental definir a grosso modo qué es la okupación, qué lleva a estas personas a trasladarse y comenzar una nueva vida y cómo logran sobrevivir, así como las dificultades que deben afrontar.
La okupación rural consiste en la ocupación física de un espacio abandonado, aunque poseído de manera legal por un propietario. Os chocará el hecho de ver la palabra okupación con "k", pero esto es así porque nos permite identificar de manera instantánea la ocupación a la que nos referimos, a aquella de espacios abandonados para su uso colectivo y con un trasfondo social. Se busca crear espacios comunitarios, donde la propiedad privada sea superada por el uso colectivo. A través de un trabajo común y un intercambio constante, se fomenta la autosuficiencia y la independencia en el trabajo, en el consumo y en el sistema de mercado. Pero, ante todo, se busca una vida en conexión con la tierra.
Las personas que se trasladan y comienzan la reconstrucción de los pueblos abandonados llevan a cabo una puesta en práctica sana y ecológica. En lo que al aspecto económico se refiere, se crean huertas en las que conseguir cultivos para consumir e intercambiar con otras ecoaldeas, pequeñas panaderías, se realizan trabajos en pueblos cercanos, artesanías...
En cuanto a la convivencia, la comunidad es la base de todo funcionamiento y el espacio en el que se resuelven los conflictos y los problemas que aparecen. Todos buscan una vida en armonía con la naturaleza y una sociedad igualitaria, donde aprender a compartir y a apoyarse mutuamente.
Existen, por supuesto, dificultades. No es fácil abandonar el confort de la ciudad y trasladarse al campo, donde las inclemencias del tiempo y los escasos recursos hacen la vida más complicada. Además, en algunos casos existen choques con los vecinos de pueblos colindantes, que no ven con buenos ojos la repoblación. Por otro lado, la educación alternativa de los niños a nivel escuela es difícil de desarrollar.
En Navarra, encontramos como ejemplo principal la ecoaldea de Lakabe. Este pueblo, situado en el valle de Arce, contaba con 43 personas y una iglesia parroquial en 1785, pero se fue despoblando hasta quedar completamente abandonado en 1945. En los años 80, un grupo de 15 jóvenes ocupó el pueblo para crear un modo de vida en el medio rural. Viviendo en tiendas de campaña, comenzaron a reconstruir una de las casas, que se convirtió en la casa comunal. Hoy en día, Lakabe cuenta con duchas solares, aerogenerador, sistemas de calefacción, cinco huertas biológicas comunales, una panadería... La población está compuesta por 35 adultos y 15 niños. Gracias a la pista que fue construida para acceder al pueblo, se pueden repartir con éxito las tres horneadas semanales que Lakabe produce en su panadería con sello de agricultura ecológica. Es gracias a los ingresos de la panadería que los habitantes de Lakabe han conseguido reconstruir diez casas y la iglesia, antes en estado de ruinas.
Tal y como asegura Mabel Cañada, habitante de Lakabe: "construyendo conozco a quien tengo enfrente y a mi lado, levantando no sólo muros de piedra sino una forma de compartir que haga desear estar en compañía de los otros". Han existido problemas de convivencia pero todos se han esforzado por seguir aprendiendo a funcionar en positivo.
En cierto momento hubo incluso una escuela en la que se empezaron a impartir clases. Hoy, aquellos alumnos cumplen 20 años.
Lakabe forma parte de la Red Ibérica de Ecoaldeas( que engloba a diferentes proyectos de vida comunitaria en el medio rural) y de la Red Global de Ecoaldeas. Cada año, estas organizaciones promueven un "Encuentro de Ecoaldeas y Comunidades sostenibles", en el que se realizan congresos y actos para intercambiar experiencias. En el año 2003, Lakabe fue el lugar elegido para organizar dicho encuentro.
Lamentablemente, una de las últimas noticias acerca de este pueblo ecológico fue el incendio que sufrió una de sus casas, la casa Ederrena, en mayo de este año. En dicho accidente, perdieron casi la totalidad de las semillas para la huerta, los archivos del pueblo, la mayor parte de libros y documentos, etc. Por ello, este pasado verano convocaron seis semanas de auzolan (trabajo comunitario) en vistas a su reconstrucción.
Lakabe tiene hoy en día nuevos proyectos: construir un espacio donde albergar las cuadras y la quesería, repoblar la zona con árbol autóctono, construir una sala de ensayo para los dos grupos musicales del pueblo y ante todo, seguir buscando las claves para ayudar al ser humano a cuidar el planeta, la vida y a las personas.
Dejando de un lado el referente de ecoaldea en Navarra, debemos centrar brevemente nuestra atención en otros pueblos que viven la misma experiencia, como Rala. Éste es un pueblo ocupado hace aproximadamente ocho años por un grupo de personas que buscaban vivir en él con la mayor autosuficiencia posible. La cercanía de otras ecoaldeas como Lakabe, Aritzkuren o Artanga facilitaban el apoyo mutuo. Tras 60 años abandonado, Rala cuenta actualmente con una casa totalmente rehabilitada, mucho terreno para huertas, un taller, sistema de calefacción con cocina de leña, etc. Kike, un ex-morador de Rala entrevistado por el periódico Diagonal en 2007, afirma que se trata de "una experiencia muy muy enriquecedora" y de "una escuela intensiva de aprendizaje personal y colectivo". En la actualidad, Rala cuenta aproximadamente con 10 vecinos y vecinas.
Caso similar es el del pueblo de Aritzkuren, en el valle de Arce, cuyo nombre significa "robledal hermoso". Cercano al río Irati, este pueblo contaba en 1785 con 5 casas y 35 personas, así como una iglesia dedicada a San Pedro y servida por un párroco. Al igual que los anteriores, Aritzkuren fue despoblándose hasta quedar abandonado. Hoy, con unos 30 adultos y 7 u 8 niños, es una comunidad bien estructurada y en continuo proceso de crecimiento. La experiencia personal de charlar con alguno de los habitantes de esta ecoaldea me permite subrayar la inmensa hospitalidad de los integrantes que en torno a 1996 decidieron levantar el primer tejado. Las invitaciones a visitar el pueblo fueron continuas en la charla que mantuvimos, algo que nos muestra su profundo sentido de la colectividad, así como unas ganas de compartir todo aquello de lo que disponen. En cuanto a lo económico, tal y como afirma Laura, una habitante del pueblo en un artículo: "no tenemos mucho dinero porque no lo necesitamos, vivimos de las huertas, los animales y el reciclaje de alimentos, ropa, etc". Explica además que "las relaciones afectivas son tan importantes que si falla la convivencia el pueblo se paraliza totalmente".
Por último, me gustaría citar al pueblo de Uli alto, muy próximo a Aritzkuren y muestra de cómo reconstruir un pueblo y llevar a cabo el proyecto de una ecoaldea no es en absoluto sencillo. En la actualidad, Uli no está habitado, pero ha sido escenario de intentos de repoblación. Una visita nos permite observar las casas construidas por personas que con ilusión comenzaron su proyecto de formar una ecoaldea: quedan casas bien estructuradas, una camioneta, mantas... La gran explanada soleada donde se sitúa Uli alto verá algún día, sin duda, la reconstrucción llevada a cabo.
Si me he extendido más de lo debido, esto se debe a la inmensa cantidad de ideas, datos, sentimientos y ganas que es necesario transmitir a la hora de hablar de las ecoaldeas navarras. A través de testimonios personales como el de Mabel de Lakabe, el de Laura de Aritzkuren o el de Kike de Rala, a través de las páginas web de organizaciones que agrupan estos proyectos, por medio de otros medios como el periódico Diagonal y mediante informaciones de blogs dedicados al valle de Arce (en el que se sitúan la mayor parte de estos pueblos) y de Urraúl alto, espero haber conseguido mostraros una de las caras más desconocidas de la sociedad Navarra. Son pocos, pero considero interesante que todos sepamos un poquito más de estos diferentes modos de vida existentes a pocos kilómetros de nuestras casas.
La okupación rural consiste en la ocupación física de un espacio abandonado, aunque poseído de manera legal por un propietario. Os chocará el hecho de ver la palabra okupación con "k", pero esto es así porque nos permite identificar de manera instantánea la ocupación a la que nos referimos, a aquella de espacios abandonados para su uso colectivo y con un trasfondo social. Se busca crear espacios comunitarios, donde la propiedad privada sea superada por el uso colectivo. A través de un trabajo común y un intercambio constante, se fomenta la autosuficiencia y la independencia en el trabajo, en el consumo y en el sistema de mercado. Pero, ante todo, se busca una vida en conexión con la tierra.
Las personas que se trasladan y comienzan la reconstrucción de los pueblos abandonados llevan a cabo una puesta en práctica sana y ecológica. En lo que al aspecto económico se refiere, se crean huertas en las que conseguir cultivos para consumir e intercambiar con otras ecoaldeas, pequeñas panaderías, se realizan trabajos en pueblos cercanos, artesanías...
En cuanto a la convivencia, la comunidad es la base de todo funcionamiento y el espacio en el que se resuelven los conflictos y los problemas que aparecen. Todos buscan una vida en armonía con la naturaleza y una sociedad igualitaria, donde aprender a compartir y a apoyarse mutuamente.
Existen, por supuesto, dificultades. No es fácil abandonar el confort de la ciudad y trasladarse al campo, donde las inclemencias del tiempo y los escasos recursos hacen la vida más complicada. Además, en algunos casos existen choques con los vecinos de pueblos colindantes, que no ven con buenos ojos la repoblación. Por otro lado, la educación alternativa de los niños a nivel escuela es difícil de desarrollar.
En Navarra, encontramos como ejemplo principal la ecoaldea de Lakabe. Este pueblo, situado en el valle de Arce, contaba con 43 personas y una iglesia parroquial en 1785, pero se fue despoblando hasta quedar completamente abandonado en 1945. En los años 80, un grupo de 15 jóvenes ocupó el pueblo para crear un modo de vida en el medio rural. Viviendo en tiendas de campaña, comenzaron a reconstruir una de las casas, que se convirtió en la casa comunal. Hoy en día, Lakabe cuenta con duchas solares, aerogenerador, sistemas de calefacción, cinco huertas biológicas comunales, una panadería... La población está compuesta por 35 adultos y 15 niños. Gracias a la pista que fue construida para acceder al pueblo, se pueden repartir con éxito las tres horneadas semanales que Lakabe produce en su panadería con sello de agricultura ecológica. Es gracias a los ingresos de la panadería que los habitantes de Lakabe han conseguido reconstruir diez casas y la iglesia, antes en estado de ruinas.
Tal y como asegura Mabel Cañada, habitante de Lakabe: "construyendo conozco a quien tengo enfrente y a mi lado, levantando no sólo muros de piedra sino una forma de compartir que haga desear estar en compañía de los otros". Han existido problemas de convivencia pero todos se han esforzado por seguir aprendiendo a funcionar en positivo.
En cierto momento hubo incluso una escuela en la que se empezaron a impartir clases. Hoy, aquellos alumnos cumplen 20 años.
Lakabe forma parte de la Red Ibérica de Ecoaldeas( que engloba a diferentes proyectos de vida comunitaria en el medio rural) y de la Red Global de Ecoaldeas. Cada año, estas organizaciones promueven un "Encuentro de Ecoaldeas y Comunidades sostenibles", en el que se realizan congresos y actos para intercambiar experiencias. En el año 2003, Lakabe fue el lugar elegido para organizar dicho encuentro.
Lamentablemente, una de las últimas noticias acerca de este pueblo ecológico fue el incendio que sufrió una de sus casas, la casa Ederrena, en mayo de este año. En dicho accidente, perdieron casi la totalidad de las semillas para la huerta, los archivos del pueblo, la mayor parte de libros y documentos, etc. Por ello, este pasado verano convocaron seis semanas de auzolan (trabajo comunitario) en vistas a su reconstrucción.
Lakabe tiene hoy en día nuevos proyectos: construir un espacio donde albergar las cuadras y la quesería, repoblar la zona con árbol autóctono, construir una sala de ensayo para los dos grupos musicales del pueblo y ante todo, seguir buscando las claves para ayudar al ser humano a cuidar el planeta, la vida y a las personas.
Dejando de un lado el referente de ecoaldea en Navarra, debemos centrar brevemente nuestra atención en otros pueblos que viven la misma experiencia, como Rala. Éste es un pueblo ocupado hace aproximadamente ocho años por un grupo de personas que buscaban vivir en él con la mayor autosuficiencia posible. La cercanía de otras ecoaldeas como Lakabe, Aritzkuren o Artanga facilitaban el apoyo mutuo. Tras 60 años abandonado, Rala cuenta actualmente con una casa totalmente rehabilitada, mucho terreno para huertas, un taller, sistema de calefacción con cocina de leña, etc. Kike, un ex-morador de Rala entrevistado por el periódico Diagonal en 2007, afirma que se trata de "una experiencia muy muy enriquecedora" y de "una escuela intensiva de aprendizaje personal y colectivo". En la actualidad, Rala cuenta aproximadamente con 10 vecinos y vecinas.
Caso similar es el del pueblo de Aritzkuren, en el valle de Arce, cuyo nombre significa "robledal hermoso". Cercano al río Irati, este pueblo contaba en 1785 con 5 casas y 35 personas, así como una iglesia dedicada a San Pedro y servida por un párroco. Al igual que los anteriores, Aritzkuren fue despoblándose hasta quedar abandonado. Hoy, con unos 30 adultos y 7 u 8 niños, es una comunidad bien estructurada y en continuo proceso de crecimiento. La experiencia personal de charlar con alguno de los habitantes de esta ecoaldea me permite subrayar la inmensa hospitalidad de los integrantes que en torno a 1996 decidieron levantar el primer tejado. Las invitaciones a visitar el pueblo fueron continuas en la charla que mantuvimos, algo que nos muestra su profundo sentido de la colectividad, así como unas ganas de compartir todo aquello de lo que disponen. En cuanto a lo económico, tal y como afirma Laura, una habitante del pueblo en un artículo: "no tenemos mucho dinero porque no lo necesitamos, vivimos de las huertas, los animales y el reciclaje de alimentos, ropa, etc". Explica además que "las relaciones afectivas son tan importantes que si falla la convivencia el pueblo se paraliza totalmente".
Por último, me gustaría citar al pueblo de Uli alto, muy próximo a Aritzkuren y muestra de cómo reconstruir un pueblo y llevar a cabo el proyecto de una ecoaldea no es en absoluto sencillo. En la actualidad, Uli no está habitado, pero ha sido escenario de intentos de repoblación. Una visita nos permite observar las casas construidas por personas que con ilusión comenzaron su proyecto de formar una ecoaldea: quedan casas bien estructuradas, una camioneta, mantas... La gran explanada soleada donde se sitúa Uli alto verá algún día, sin duda, la reconstrucción llevada a cabo.
Si me he extendido más de lo debido, esto se debe a la inmensa cantidad de ideas, datos, sentimientos y ganas que es necesario transmitir a la hora de hablar de las ecoaldeas navarras. A través de testimonios personales como el de Mabel de Lakabe, el de Laura de Aritzkuren o el de Kike de Rala, a través de las páginas web de organizaciones que agrupan estos proyectos, por medio de otros medios como el periódico Diagonal y mediante informaciones de blogs dedicados al valle de Arce (en el que se sitúan la mayor parte de estos pueblos) y de Urraúl alto, espero haber conseguido mostraros una de las caras más desconocidas de la sociedad Navarra. Son pocos, pero considero interesante que todos sepamos un poquito más de estos diferentes modos de vida existentes a pocos kilómetros de nuestras casas.
1 comentario:
Kaixo me gustaría probar esa forma de vida, a donde acudir?
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